“Nosotros
nos hemos cuidado de escoger las cooperativas mejor organizadas,
que trabajan como verdaderas empresas y que tienen la capacidad
de pago y la cultura de pago, porque tenemos que combatir
la famosa cultura de no pago, que todavía existe en
Nicaragua”. Estas palabras de Carlos René Ramírez,
asesor de Jorge Savanni, presidente del Fondo de Crédito
Rural (FCR), resumen la base del trabajo del FCR; una institución
que no puede darse el lujo de dar lugar a la morosidad.
El FCR
nace con la desaparición y “desbarajuste”
del Banco Nacional de Desarrollo, en 1997, relata Ramírez.
En aquel momento las leyes de la República, por disposición
de las reformas estructurales impuestas por los organismos
multilaterales (FMI, BMl, BID), no permitían la existencia
de una institución que financiara directamente al pequeño
y mediano productor. Por ello, en 1998 se emite el decreto
ley del Fondo de Crédito Rural, que inicia sus operaciones
en septiembre del mismo año como un banco de segundo
piso adscrito al Estado.
A diferencia
de otras instituciones, que trabajan directamente con el pequeño
y mediano productor, el FCR lo hace a través de intermediarios
financieros. “No podemos darle el crédito directamente
a una persona; es prohibido”, explica Ramírez.
“Esto
significa que el intermediario financiero solicita ser elegible
para manejar dinero nuestro, por lo cual debe de llenar una
serie de requisitos”, como saber si es un Organismo
No Gubernamental (ONG), una asociación de productores,
una cooperativa o una corporación municipal, que efectivamente
tenga experiencia en el manejo de crédito agrícola,
que haya trabajado por lo menos un año en el área
de manejo de crédito, que tenga suficiente patrimonio
y que tenga todas las estructuras y la capacidad para manejar
el crédito agrícola.
Y aunque
las leyes lo permitieran, el FCR, como institución
de asistencia al pequeño y mediano productor agropecuario,
no podría cubrir todo el universo que esta actividad
representa si lo intentara tratar de caso en caso. Ramírez
piensa que sólo agrupados en asociaciones propias o
cooperativas, los pequeños y medianos productores podrían
ser atendidos como una empresa sólida y confiable.
“La
mayoría de los intermediarios financieros que tenemos
ahorita son cooperativas, y las cooperativas están
formadas por los agricultores, por los actores del campo,
que trabajan y se sudan y hacen producir la tierra. Y esos
son más interesantes porque ellos mismos son administradores”,
cuenta el asesor del FCR, quien afirma tener a 52 asociaciones
trabajando con la institución actualmente, la mayoría
al día con sus pagos. Solamente son unos pocos los
que se han atrasado, pero el FCR “está en proceso
de recuperación de toda su cartera”.
¿Y
qué pasa una vez que se recupera esa cartera? ¿Acaso
el FCR busca generar ganancias? No, afirma Ramírez.
“Esta es una institución sin fines de lucro.
No estamos midiendo utilidades ni nada de eso. Y de haber
utilidades servirían para aumentar el patrimonio del
FCR y así financiar más agricultores”.
En el
2002 la actividad estuvo un poco retraída por la falta
de recursos, sin embargo, el FCR consiguió financiamiento
por alrededor de 50 millones de córdobas, “y
para el 2003 nosotros tenemos la proyección de, por
un lado, dar unos 90 millones de córdobas, y por otro
existe la posibilidad de obtener 5 millones de dólares
para aumentar la atención al pequeño productor”,
asegura el asesor de Savanni, presidente del FCR.
Cómo
otorgar un crédito
De acuerdo
a Ramírez, para que una organización pueda obtener
un crédito, primero debe hacer la solicitud que le
permita ser elegido como intermediario financiero, luego se
le hace un análisis en el que se le revisan los balances
y se le ven las estructuras instaladas, para después
averiguar si tienen gente capaz de administrar de manera efectiva
el crédito.
Esta es
una etapa rápida, en la que envían gente al
campo a observar si los requisitos son llenados.
Es evidente
que “la confianza observada”, de la que Ramírez
habla, es básica en esa misión que pretende
burlar a la cultura de no pago. Y con esa confianza observada,
Ramírez ha encontrado que “la mejor garantía
que se le puede solicitar al usuario del crédito son
dos factores: trabajo y honradez. Si un hombre es trabajador,
pero no es honrado, no sirve. Si un hombre es honrado y no
es trabajador, tampoco sirve. Tiene que ser trabajador y honrado;
esa es la mejor garantía con que te puede dar el pequeño
agricultor”.
Así
también explica cómo el intermediario financiero
debe de presentar sus balances cada cierto tiempo, con el
fin de que el FCR pueda llevar un control de sus actividades.
Pues el proceso de vigilancia y observación se mantiene
aún después de otorgado el crédito, ya
que tienen personal de campo que cada sábado prepara
sus informes sobre el manejo del dinero recibido por el intermediario.
El FCR y la crisis del Café
En el
caso del café, el FCR ha tratado algunos casos de productores
con deudas, indica Ramírez. “Hemos proveído
los fondos para solucionar el caso de los deudores de saldos
insolutos, con orientaciones del gobierno, a veinte años
de plazo máximo, sin pago de intereses”, agrega,
por lo que el FCR ha favorecido a aproximadamente 7,980 pequeños
caficultores, con alrededor de 90 millones de córdobas.
“El
principal obstáculo es los pocos recursos con que contamos”,
se lamenta Ramírez, quien afirma contar con cerca de
88 millones de córdobas en el FCR, una cantidad que
esperan aumentar, pues el gobierno mismo tiene entre sus expectativas
que el FCR amplíe las áreas productivas con
las que trabaja.
Y sobre
estafas... “en este país, con la cultura de no
pago, hay un montón de gente que no quiere pagar los
créditos. Buscan la manera de no pagar. Es el único
país del mundo, creo yo, donde la gente obtiene los
créditos con la intención de no pagar. Ese es
el combate que tenemos nosotros: combatir la cultura de no
pago. Para eso hay que analizar bien el crédito. Hay
que buscar, a la hora de dar el crédito, la manera
de tener conocimiento de que esa organización está
bien sentada, está formada por gente honesta, está
formada por gente trabajadora y honrada, y que pueda manejar
el crédito”, sentencia Ramírez.
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