
Una
sociedad que aísla a sus jóvenes, corta sus
amarras: está condenada a desangrarse”.
Kofi Annan

Cuando
se escribe este artículo, Matrix Recargado rige la
taquilla de los cines. Mientras en el filme de ficción
Neo es el Elegido para liberar a la humanidad de la esclavitud
impuesta por las máquinas, en Nicaragua otros deben
liberar a su nación del subdesarrollo. Un ejército
de casi tres millones 247 mil jóvenes y niños,
sin saberlo aún, tiene la misión de transformar
al país para bien. Ellos son los Elegidos y las generaciones
que le anteceden, los encargados de brindarles las herramientas
para cumplir su cometido.
Nicaragua
tiene una población que ronda los cinco millones
71 mil habitantes, con una edad promedio de 22 años.
De éstos, la población en edad de trabajar
(15-64 años), se acerca al 54 por ciento, del cual
el 21 por ciento está conformado por jóvenes
entre los 15 y los 24 años.
Actualmente,
el 46 por ciento del total de habitantes nicaragüenses
es económicamente dependiente, ya que o son menores
de 14 años o son mayores de 65 años; niños
y ancianos cuyos ingresos generalmente han de ser brindados
por el grueso de la población en edad de trabajar.
Sin embargo, para el 2015 el número de personas en
edad de trabajar habrá crecido aún más.
Quienes hoy son menores de 24 años (tres millones
247 mil), en el 2015 estarán mayoritariamente en
la edad apta para trabajar, y el 61 por ciento de la población
sostendrá al restante 39 por ciento. Será
un período en el cual, teóricamente, habrá
de existir mayor cantidad de gente generando ingresos que
aquella que sólo lo consume, en comparación
con la actualidad. “La población se concentrará
en las edades laborales, incrementando el potencial productivo
del país”, asegura el informe Población,
Pobreza y Oportunidades, del Fondo de Población de
las Naciones Unidas del año 2002.
Esta
oportunidad demográfica no durará mucho tiempo.
Se irá cerrando nuevamente a medida que la población
vaya envejeciendo, y, por tanto, aumentando el número
de familiares dependientes. Este es, sin lugar a dudas,
un activo importante que tiene el país, y de cómo
se aproveche dependen los resultados.
Es
así que si las herramientas les son dadas a quienes
conforman el actual segmento menor de 24 años, veremos
en los Elegidos la constitución del cambio soñado.
Invertir
en el futuro
Las inversiones que se realicen ahora en la preparación
educativa y laboral de este grupo poblacional, suponen un
mejor presente y futuro para el país. Por ello, se
necesitan políticas de empleo que absorban la creciente
oferta laboral, y alrededor de esto, cambios profundos en
el sistema educativo, de forma que dicha inserción
sea lo más productiva posible.
Esto
es algo que debería ser tomado en cuenta en la Estrategia
Nacional de Desarrollo, de manera que ese potencial sea
aprovechado. Sin embargo, una reciente investigación
de la Fundación Internacional para el Desafío
Económico Global (FIDEG), financiada por DANIDA titulada
Juventud: una mirada al porvenir, permite ver que no existe
nada concreto para el impulso de esta joven población
y su inserción en el mercado laboral nicaragüense.
Describir al joven nicaragüense resulta, a veces, en
una historia Kafkiana: la realidad es cruda y los ánimos
bajos, en un país donde los sueños de muchos
se quedan en sueños.
Las
señales son confusas, los problemas estructurales
abundan, y las soluciones suelen ser caras. Pero no todo
está perdido. Tenemos un batallón joven. La
pregunta es, ¿qué estamos haciendo para armarlo
y aprovecharlo en esta lucha contra el subdesarrollo? Como
Neo, ellos son los Elegidos; sólo habrá que
despertarlos.
BIENVENIDOSAL DESIERTO DE LO REAL —Morfeo—
Antes
de diseñar cualquier tipo de estrategia, o de evaluar
algunas de las iniciativas que se están desarrollando
con el propósito de mejorar las condiciones educativas
y laborales de los jóvenes, debemos conocerlos. ¿Cuántos
son?, ¿cómo son?, ¿qué hacen?,
¿qué dicen?, son algunas de las interrogantes
a despejar.
Intentando sumergirse en este mundo, FIDEG elaboró
su investigación Jóvenes: una mirada al porvenir,
donde se dan hallazgos concernientes a las preguntas planteadas.
A continuación, la fotografía.
Adultos antes de tiempo
Aunque en ocasiones es cansado leer estadísticas,
las siguientes seguramente resultarán interesantes
para muchos.
Nicaragua tiene 22 años de edad. Si sumamos la edad
de cada nicaragüense y la dividimos entre la población
total del país, resulta que en promedio tenemos 22
años de edad.
Igualmente se conoce que casi el 64 por ciento de la población
total del país es menor de 25 años, a la vez
que un millón 532 mil personas son menores de 10
años (ver gráfico 1), lo que en el 2015 se
reflejará en un aumento de agentes económicos
activos, demandando condiciones para desempeñarse
laboralmente.
¿Pero qué características tiene este
segmento poblacional? Ciertamente las condiciones que hasta
el momento les ofrece el país no son las mejores,
puesto que su consigna da la impresión de ser “sálvese
quien pueda”.
Asimismo,
la historia y el estado socioeconómico actual de
Nicaragua ha producido en los niños y jóvenes
nicaragüenses una especie de madurez acelerada. Lidiar
con el día a día, y no poder pensar en pasado
mañana es parte de la fisonomía del país,
en el cual continuamente, desde temprana edad, se deben
asumir roles de adultos para mantener familias enteras.
En
esta nación centroamericana, la falta de recursos
económicos es la principal razón que tienen
algunos niños y jóvenes para no estudiar.
En condiciones de analfabetismo, o en el mejor de los casos
de una raquítica preparación académica,
las opciones laborales en las que logran desempeñarse
son temporales, sin calificación alguna y con remuneraciones
completamente insuficientes.
Según
datos del Ministerio del Trabajo (MITRAB), tomando en cuenta
únicamente a personas mayores de 18 años y
menores de 29, alrededor del 15 por ciento de los jóvenes
empleados no tienen ningún tipo de educación;
sólo un 28 por ciento terminó la primaria;
y apenas el 17 por ciento culminó la secundaria (ver
cuadro 1).
A su vez, este grupo poblacional se emplea en actividades
relacionadas con la agricultura, silvicultura, pesca, industria,
y comercio, por decir algunas; casi un 64 por ciento labora
como obrero no calificado o en el área de servicios;
y tan sólo un 3.16 por ciento logra trabajar en áreas
de técnicos superiores o profesionales .
Sobre
los salarios... bueno, los salarios son bajos, dada la poca
calificación de las actividades que realizan. Más
del 50 por ciento del grupo referido gana menos de mil córdobas
mensuales.
Libera
tu mente—Morfeo—
Educación
desconectada de la realidad
En algunos casos, ciertamente una minoría, los jóvenes
logran aprobar la secundaria, lo que disminuye al hablar
sobre la educación universitaria. Y el drama de este
grupo poblacional que conquista un alto nivel de educación,
es que al salir al mercado laboral se topa con que las opciones
de empleo son sumamente reducidas y que, de encontrar algún
trabajo, el perfil solicitado por el empleador no es el
mismo en el que ellos se prepararon.
En
este sentido, la educación secundaria y universitaria
no parece proporcionar una relación vinculante entre
su labor educativa y la inserción del joven egresado
en el mercado laboral.
El
problema de la educación en Nicaragua es alarmante.
Según datos de Jóvenes: una mirada al porvenir,
si todos los y las jóvenes nicaragüenses tuviesen
la oportunidad de insertarse en el sistema educativo de
una forma apropiada, entre los 15 y los 24 años de
edad estarían cursando la secundaria y finalizando
la universidad.
Sin
embargo, la situación es otra: un 36.8 por ciento
de la juventud nicaragüense no terminó la primaria;
sólo el 46.9 por ciento terminó la secundaria;
un raquítico 6.8 por ciento concluyó la educación
universitaria; y un 6.7 por ciento no tiene ninguna educación.
La
Odisea por un Trabajo
Actualmente encontrar un trabajo digno es casi un milagro.
Quienes consiguen un trabajo muchas veces cuentan con una
preparación mayor a la requerida por la labor desempeñada.
Los salarios son bajos y los requisitos en algunos casos
son abrumadores. Niños, jóvenes y adultos
compiten por las pocas plazas existentes. Si hoy tener un
empleo es difícil, en el 2015 la situación
se habrá multiplicado.
La
Población Económicamente Activa (PEA), está
conformada por las personas que tienen un trabajo o lo están
buscando activamente. En Nicaragua son aproximadamente 2
millones 162 mil personas las que componen esta población.
Los jóvenes representan el 28.5 por ciento de la
misma, con un total de 616 mil 163 personas.
Del
total de la PEA de jóvenes entre los 18 y 29 años
de edad, el 64 por ciento son hombres y solo el restante
36 por ciento son mujeres. Y aunque las estadísticas
digan que la PEA ocupada es del 91 por ciento, es importante
hacer notar que un 56 por ciento de estas personas están
trabajando en el sector informal, y que tanto del sector
formal como del informal hay un 43 por ciento que está
subocupado, es decir, que no trabaja las 40 horas semanales.
¿Cuál
será la PEA para el 2015? Según estimaciones
de las Naciones Unidas, la PEA en edades entre los 10 y
los 24 años se incrementará en aproximadamente
276 mil personas. Tomando en cuenta este hecho, deben prepararse
las condiciones para que estos actuales niños y futuros
jóvenes cuenten con condiciones distintas a las que
enfrentan en la actualidad.
Elegidos
que no ven un camino
Tener
menos de 24 años significa ser parte del bloque que
conforma el 64 por ciento de la población nicaragüense,
lo que contrasta con el hecho de que casi la mitad de la
población que no tiene acceso a un empleo (42 por
ciento) está conformada por este mismo segmento.
De acuerdo a la investigación que el FIDEG realizó,
“el nivel de escolaridad de estos jóvenes es
bajo y muchas veces es el principal impedimento para acceder
a otros trabajos que les permitirían mejorar su situación”.
Se llega al extremo de que quienes no saben leer y escribir
ni siquiera pueden ser meseros, según el testimonio
de uno de los entrevistados en la serie de seis grupos focales
celebrados con jóvenes de edades oscilantes entre
los 15 y los 24 años. “Para ser mesero fue
que me exigieron que supiera leer y escribir para levantar
el pedido”, expresó “Mariano”,
un trabajador del sector construcción, con 17 años
de edad.
Son
requisitos en el campo de la educación los que mayoritariamente
impiden al joven nicaragüense el acceso a un empleo,
pero a estos también se agregan requisitos meramente
burocráticos (cartas de recomendación, record
policial, certificado de salud, partida de nacimiento),
que en última instancia deben ser conseguidos con
dinero de su propio bolsillo, lo cual según “Leyman”,
trabajador del sector construcción, con 22 años
de edad, “cuesta mucho dinero”.
Y en este marco, existe, de acuerdo a la investigación,
una diferencia en el nivel de escolaridad entre los jóvenes
que trabajan en el sector comercio y aquellos que lo hacen
en la construcción, pues los primeros han tenido
un mayor acceso a la educación.
Esas molestas “patas”
“Hay que tener conectes, amistades, cosas que en lo
particular no tengo”, expresó “Roberto”,
estudiante de una carrera técnica con 23 años
de edad, haciendo alusión a uno de los fenómenos
que más le afecta al momento de conseguir un trabajo.
Algo que “Edwin”, otro de los entrevistados,
complementó diciendo que “lamentablemente el
mercado laboral se maneja por contactos”.
La
verdad es que el fenómeno de “las patas”,
como se le dice tradicionalmente a estos conectes que facilitan
un empleo, pesa en gran medida en toda la sociedad nicaragüense
al momento de buscar trabajo. No es algo que afecte únicamente
a los jóvenes, sino a la población en general,
y esto lo dice claro la investigación, al afirmar
que “las relaciones son un elemento de mucho peso”,
lo que queda evidenciado en tres testimonios de jóvenes,
cuyos empleos fueron adquiridos de esta manera, ya fuese
por familiares o conocidos.
Sueños Jóvenes
De acuerdo a la investigación de FIDEG, “todos
tienen la aspiración de estudiar o seguir estudiando”,
a lo que agregan el deseo de “un trabajo fijo y no
perderlo”, sobre todo en el sector construcción,
donde se prioriza primero el trabajo y después la
educación.
“Desde
que sale uno de su casa va con la esperanza de que va a
encontrar trabajo, pero regresamos con la cabeza gacha.
Caminamos
y caminamos y nada. El sueño es un sueño y
la realidad es que cuando te despertás no tenés
nada de lo que estás soñando”, sentencia
“Mariano”, al diferenciar lo que es soñar
y los sufrimientos que deja la vida en la realidad nicaragüense.
Estrategia de los jóvenesdesde la educación
Muchos de quienes lograron estudiar aseveran que cambiarían
su trabajo actual por uno que se desarrolle en el área
de los conocimientos adquiridos en sus estudios profesionales,
se infiere de la investigación de FIDEG. Asimismo,
“resultó notable cómo en los estudiantes
de carreras técnicas, el cálculo de oportunidad
de trabajo fue un elemento importante a la hora de decidir
qué estudiar”.
Se supo, de esta manera, que quienes estudian carreras profesionales
eligen el campo de estudios de acuerdo a gustos, conocimientos
y habilidades, lo que desemboca muchas veces en frustración
al encontrarse trabajando fuera de lo que aprendieron. Mientras
que los que estudian carreras técnicas, dispuestos
con frecuencia a tomar dos opciones, lo hacen pensando en
las oportunidades laborales que puedan tener con ellas.
Existe
un plan más concreto por parte de quienes se especializan
en una carrera técnica.
La
educación es fundamental. El rol que desempeñe
la empresa privada también. Las iniciativas desde
la sociedad civil son aliadas esenciales. Pero quien más
debe aportar para cambiar el “desierto de lo real”
y convertirlo en un campo fértil, es el Estado, desde
sus estrategias de desarrollo y su comunicación con
la comunidad internacional.
La
fotografía es clara. Preocupa y esperanza a la vez.
Por ello, no sólo es importante imaginar el futuro
–sea positivo o negativo-, sino también conocer
qué acciones está tomando cada uno de los
principales actores, en el apoyo de esta misión encomendada
por la historia a los Elegidos.
Matrix
te posee
|
Ausencia
de una Políticade Empleos
La
juventud nicaragüense apuesta al
trabajo independiente. A falta de empleos
en el mercado laboral, consideran que
la mejor manera de obtener uno es creárselo
con una microempresa. Sin embargo, para
ello, “el gobierno tiene que proporcionar
los mecanismos”, dice “Glenda”,
otra participante en las entrevistas de
Grupos Focales, por lo que FIDEG concluye
que “el impulso de microempresas
de desarrollo para el sector joven es
una demanda inmediata para la creación
de fuentes de empleo por parte de los
jóvenes”.
El problema es que no hay una seria política
de empleos en el país, cuyo fin
sea facilitar trabajo al 21 por ciento
de la población conformada por
jóvenes entre los 15 y los 24 años
de edad. Si esto no se hace hoy, ¿qué
pasará cuando el cúmulo
haya crecido en el 2015?
En Matrix, Neo buscaba respuestas. En
Nicaragua la juventud lo hace también,
pues es prisionera del subdesarrollo y
a la vez su propia libradora... aunque
aún no lo sepa.
El Estado no ha brindado una respuesta
efectiva a la juventud nicaragüense,
y han sido los organismos multilaterales
los que han jugado un papel determinante
en este asunto, al financiar proyectos
donde los jóvenes son beneficiarios,
pero que el gobierno termina redirigiendo
a sectores que considera de mayor importancia.
“En
el proceso de financiamiento los organismos
bilaterales tienen un papel determinante”
y son los gobiernos quienes determinan
las prioridades a atender, explica el
texto Jóvenes: una mirada al porvenir.
En el mismo se lee: “a pesar de
que la estrategia del Banco Interamericano
de Desarrollo (BID) no explicite o enfatice
la cuestión de la juventud, la
mayoría de todos los préstamos
y operaciones que se implementan con financiamiento
del BID en el país, miran a la
juventud como beneficiarios”, citando
a un funcionario del Banco Interamericano
de Desarrollo.
Ya
en otros países se han creado fondos
crediticios para jóvenes con el
BID, donde el Estado es garante de esos
préstamos de fondos revolventes.
En Brasil recién se acaba de presentar
un enorme plan para dar trabajo a casi
tres millones de jóvenes, el cual
cuenta con el financiamiento del BID,
Banco Mundial y otros organismos.
Mientras
tanto, la Secretaría de la Juventud
de Nicaragua, en encuentros con el FOMIN
(un fondo específico del BID) supuestamente
identificó dos programas que podrían
contar con el financiamiento del organismo
bilateral: elaborar un mapa del mercado
laboral, y crear un observatorio del mercado
laboral. Aún así, la propuesta
no ha llegado a las oficinas del FOMIN,
ya que la Secretaría de la Juventud
parece no haberlas preparado todavía...
a un año de haberse dado la reunión.
ONG tampoco presentes
De 1054 proyectos de Organizaciones No
Gubernamentales (ONG) internacionales,
contabilizados por el Ministerio de Relaciones
Exteriores a inicios del 2002, sólo
84 tenían como población
meta a la juventud nicaragüense.
Y de 218 ONG nacionales, 93 se desarrollan
en actividades relacionadas con el tema.
Sin
embargo, “la generación de
fuentes de empleos no ha sido una prioridad”
para las ONG, asegura FIDEG. A lo que
se anexa la opinión de Carlos Amador,
presidente de la Asociación Cristiana
de Jóvenes, una ONG nicaragüense,
quien explica que hay “pocas experiencias
exitosas de parte de las ONG en atención
a la problemática del desempleo”,
por lo que es “urgente” acercarse
más al fenómeno para entenderlo,
analizarlo y presentar alternativas de
solución.
Es
conocido que no hay políticas de
empleo en la nación, aunque, según
FIDEG, los jóvenes consideren el
tema como el de mayor importancia. Y es
que además el problema no es sólo
conseguir el empleo, sino también
conseguir una buena remuneración
a cambio del servicio ofrecido, pues los
salarios son muy bajos para los empleados
jóvenes. María Auxiliadora
Ampié, del Consejo Nacional de
la Juventud, la ONG más grande
de jóvenes en Nicaragua, confirma
esto, expresando que “la mano de
obra juvenil es la mano de obra más
barata”, después de la femenina.
Otra dificultad que se ha interpuesto
entre los jóvenes y su incorporación
al mercado laboral, es la crisis internacional
de los precios del café, dicen
las ONG. “Con la caída de
los precios del café la mayor parte
de los jóvenes quedó desempleado”,
lamentó Yolanda Areas, del movimiento
Jóvenes del Campo, lo que ha obligado
al joven de las áreas rurales a
buscar trabajo en el tabaco, donde los
sueldos son muy inferiores.
Asimismo,
se suma a esta lista de dificultades para
la inserción del joven en el mercado
laboral, desde la óptica de las
ONG, las políticas de las instancias
de educación técnica y superior,
porque están produciendo una fuerza
de trabajo sin crear políticas
de inserción laboral, mucho menos
de colocación laboral, asevera
Ricardo Andino, de la Fundación
Desafíos.
FIDEG
concluye: “Las iniciativas de las
organizaciones no gubernamentales, aunque
loables, son insuficientes para resolver
el problema. Éste tiene dimensiones
tales que demanda una intervención
efectiva de parte del Estado”.
Estado no pasa de planes
El Estado ha dado pasos en este tema.
Creó la Política Nacional
para el Desarrollo Integral de la Juventud,
propuesta por la desaparecida Secretaría
de Acción Social en 1999, y la
Ley de Promoción de Desarrollo
Integral de la Juventud (4 de julio de
2001), impulsada por el Consejo Nacional
de la Juventud y otras ONG. Ambos proyectos
ahora deben ser vigilados por la también
recién creada Secretaría
de la Juventud.
Según
el informe de FIDEG, la Secretaría
de la Juventud atenderá la problemática
del desempleo desde el Plan de Acción
de la Política Nacional de la Juventud,
donde se propone “promover la inserción
de los y las jóvenes al mercado
laboral... a través de programas
de formación y capacitación
técnica”, así como
la promoción de prácticas
laborales y el control de la no discriminación.
Lindolfo Monjarretz, Director de la Secretaría
de la Juventud, manifiesta que en la actualidad
“están creadas todas las
condiciones para NO fomentar la iniciativa
empresarial entre los jóvenes”,
ya que las políticas crediticias
y el sistema de micro finanzas dicen que
no financiaran iniciativas comerciales
con menos de seis meses de existencia.
“Eso significa que nadie te financia
para que comencés”, aqueja.
Monjarretz echa en gran parte la culpa
del problema de desempleo juvenil a “la
falta de políticas afirmativas
por parte del Estado”, y cree que
al menos el aparato estatal podría
comprar los servicios a utilizar de pequeñas
empresas juveniles, y así facilitar
su existencia y proliferación.
Por
su parte, el Ministerio de Educación
Cultura y Deporte (MECD), indica que busca
rediseñar la educación secundaria,
con el fin de que desde ahí se
busque la inserción laboral de
los jóvenes. En cuanto a la educación
técnica, “se piensa unir
a estas instituciones a fin de que trabajen
de forma coordinada. Se piensa impulsar
la educación técnica mediante
la apertura de institutos técnicos
en diferentes áreas geográficas
del país... especializadas según
la demanda del área... y en la
línea de los clusters que el gobierno
desea impulsar”.
Se
observa, entonces, que el Estado no pasa
de planes. Desde la Secretaría
de la Juventud todos son proyectos, que
aunque prometedores, son víctimas
de la desconfianza que la sociedad ha
desarrollado hacia las instituciones del
Estado, por la falta de cumplimiento de
sus promesas. Y desde el MECD, nuevamente
nos encontramos sólo con proyectos,
que todavía no representan una
solución tangible al problema del
desempleo en la juventud.
La empresa privada calla
Entretanto, el Instituto Nicaragüense
de Desarrollo fundó Emprendedores
Juveniles, una filial de Junior International,
organización internacional con
sede en 112 países. María
Elena Porta, responsable de ese programa,
explica que lo que hacen es enseñarle
al joven sobre la importancia de la educación
para mejorar su calidad de vida y su forma
de pensar, “despertando en ellos
el espíritu emprendedor”.
De acuerdo a Emprendedores Juveniles,
uno de los principales problemas en el
fomento del empleo en el país es
“la falta de participación
de la empresa privada en el apoyo a este
tipo de programas, dirigidos a la educación
y formación, y la razón
principal es que para ellos nosotros no
somos una inversión”.
Por ello, Porta piensa que es necesaria
una Ley de Incentivos en Nicaragua, con
la cual los aportes de la empresa privada
a Emprendedores Juveniles podrían
ser deducidos de impuestos.
Así también, FIDEG explica
en su investigación que en la actualidad
“hay limitantes en el plano del
desarrollo profesional de lo jóvenes”,
porque la empresa privada del país
demanda más técnicos que
profesionales, y “al ofrecerle a
los profesionales trabajos técnicos,
éstos se sienten desmotivados y
frustrados”, agrega María
Consuelo Morales, de la empresa Preselección
Empresarial, una agencia de empleos radicada
en Nicaragua.
Los profesionales egresados no están
integrándose al mercado laboral
porque las empresas no los buscan, además
de que éstos no estudian lo que
el mercado requiere, certifica Morales.
“Es evidente que entre la empresa
privada y las instancias de educación
superior y técnica hay una escasa
o nula comunicación”, complementa
FIDEG.
El comportamiento erróneo de las
instancias de educación es aunado
con las palabras de Ricardo Andino, miembro
de la Fundación Desafíos,
quien expresa que “las universidades
están produciendo fuerzas de trabajo,
pero no hay políticas de inserción
laboral”, y sólo unas cuantas
de éstas tienen políticas
de colocación laboral. Además,
“la capacitación está
desajustada de la realidad del mercado”,
dice, para concluir con que “los
jóvenes no están en la agenda
de las autoridades adultas”.
El
Despertar
Neo no sabía que era el Elegido.
La juventud nicaragüense tampoco
lo sabe. En la saga de Matrix, fue Morfeo
quien tuvo que despertar a Neo de su sueño
involuntario, y como ya se ha dicho antes,
en nuestra realidad nicaragüense
tendrán que ser las generaciones
que ahora llevan la lid del país,
quienes despierten a los Elegidos, brindándoles
las armas y herramientas necesarias que
den paso libre a la lucha contra el subdesarrollo,
en un momento histórico que inicia
ahora, y que en el 2015 se acentuará.
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