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El
“dinero plástico”, ¿qué
tan conveniente es?
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Arnoldo
J. Martínez S. |

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Arnoldo
J.Martínez S. |
La
primera tarjeta de crédito la emitió Western
Union en 1914 a sus clientes preferidos, quienes obtenían
por medio de ella una serie de servicios especiales y el
pago diferido libre de cargo. Pero la primera tarjeta de
crédito aceptada por diferentes establecimientos
comerciales fue emitida por Diners Club hasta en 1951. Esta
tarjeta fue emitida a 200 clientes para su uso en 27 restaurantes
de Nueva York.
Desde
entonces, la industria de las tarjetas de crédito
ha crecido casi logarítmicamente, se ha convertido
en un negocio altamente competitivo, y ha evolucionado tecnológicamente
a la par de la era informática. En el 2002, sólo
los Estados Unidos llegó a tener 1.43 mil millones
de tarjetas de crédito. Las principales marcas de
tarjetas de crédito - Visa, MasterCard y American
Express - innovan constantemente para mantener y, si es
posible, aumentar su participación de mercado. En
términos tecnológicos, la industria ha aprovechado
y hasta promovido los avances informáticos, de telecomunicación
y de manejo de datos.
Pero
después de un poco más de 50 años de
su popularización, las tarjetas de crédito
están siendo cuestionadas. Algunos afirman que el
“dinero plástico” es un mal que promueve
el consumo innecesario y la proliferación del endeudamiento.
Otros aseguran que es un instrumento financiero accesible
y útil que contribuye a desarrollar el historial
crediticio de su portador. No obstante, aunque las tarjetas
de crédito tienen sus ventajas y desventajas,considero
que su valor depende del tipo de tarjetahabiente, el uso
que éste le da a las mismas, y de la naturaleza y
las condiciones financieras de las tarjetas.
Antes
que todo, el tarjetahabiente debe contar con el dinero o,
por lo menos, la capacidad de pagar a corto plazo lo adquirido
con la tarjeta. La tarjeta no es un sustituto del dinero,
es simplemente un mecanismo que facilita el uso de un crédito
el cual debe estar debidamente respaldado. No utilice las
tarjetas para sustituir dinero que no tiene o que no llegará
a tener. Pero si tiene el dinero, ¿por qué
usar la tarjeta? Sencillo, por las ventajas de la misma.
Ahora
bien, si tiene el dinero para pagar lo que consume, utilice
la tarjeta siempre y cuando pague la totalidad de lo consumido.
Si no tiene la totalidad del dinero pero sí cuenta
con la capacidad para pagarlo a plazo, utilice la tarjeta
y pague su saldo en un corto plazo. En este caso, pague
siempre más que el mínimo reflejado en el
estado de cuenta. El mínimo es usualmente entre el
2% y el 5% del saldo. Si usted sólo paga el mínimo
cada mes y sigue haciendo uso de la tarjeta, el saldo se
convertirá casi en una deuda permanente de mediano
y largo plazo.
Aunque
ahora existe una amplia variedad de tarjetas de crédito,
es importante que el tarjetahabiente que cuente con tarjetas
de crédito de consumo las utilice de manera ordenada
y para tal fin. La forma más fácil de tener
un control de las tarjetas de crédito es teniendo
no más de dos, de las cuales el tarjetahabiente utilice
una constantemente y otra en caso de emergencia. Además,
es muy útil guardar todos los vouchers que firma
y destruirlos una vez que los haya cotejado con los estados
de cuenta mensuales, los cuales también debe guardar
por lo menos durante un año. No adquiera con la tarjeta
bienes y servicios que pueden ser obtenidos de manera más
planificada a un menor costo con fondos propios o un préstamo
personal o de otro tipo según la necesidad. Antes
de obtener o aceptar una tarjeta, averigüe bien los
términos financieros, condiciones legales y beneficios
de las diversas alternativas.
En
fin, las tarjetas de crédito sí son útiles
y convenientes. Pero reitero que la utilidad y conveniencia
de las mismas depende del tipo de tarjetahabiente, el uso
que éste le da a las mismas, y de la naturaleza y
las condiciones financieras de las tarjetas.

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